Por Lee Maril (Traducido por Juan F. López)
Parece ser que solamente en la imaginación de los políticos en Washington es donde la violencia por el tráfico de drogas termina en la frontera de México. Un ejemplo: reporteros mexicanos, por miedo a perder sus vidas y temor por la seguridad de sus familiares, se han convertido cada vez más reacios a dar cobertura a la violencia y caos causado por los carteles de drogas. Lo que ha ocurrido en meses recientes es que reporteros americanos en las ciudades de la frontera americana también hayan parado de reportar sobre la violencia relacionada a los carteles de drogas por las mismas razones que sus contrapartes mexicanas.
Mientras diferentes comités en el Senado y la Casa de Representantes continúan negociando las nuevas legislaciones de inmigración, el domingo, 10 de marzo, hubo una masacre en Reynosa, la cual debería darles un sentido de pausa a todos, incluyendo los más acérrimos defensores que dicen que la frontera mexicana es “segura”. Reynosa es la ciudad gemela en la frontera de McAllen en el sur de Texas.
Ildefonso Ortiz reporto en el Brownsville Herald el 11 de marzo del 2013 que, “Miedo y pánico han llenado las calles de Reynosa el domingo en la noche cuando personas armadas batallaron durante una balacera de tres horas que vio armas automáticas y granadas ser usadas”. De acuerdo al mismo reportero, “Sorpresivamente, la autoridades mexicanas estuvieron ausente por la mayor parte del melé.”
Una fuente sobre la misma historia, un “oficial de la ley de Tamaulipas”, asegura que más de tres docenas de hombres murieron en la balacera y que es posible que otros hayan sido matados pero los criminales envueltos recogieron los cadáveres de sus compañeros armados.
Por el contrario, la Oficina de Procuraduría de Tamaulipas, de acuerdo a la misma historia, declaró que dos inocentes murieron el domingo y otro tuvo heridas. También declaró que siete miembros del cartel fueron arrestados junto a veintidós vehículos que estuvieron involucrados en la balacera.
Mientras hay un número de blogueros que aparentan validar el alto número de muertos de Reynosa, absolutamente no hay ninguna historia al día de hoy en los diarios mexicanos u otros medios cual de credibilidad a este evento. En los medios americanos solo hay un reporte de Ildefonso Ortiz. Y nada más. El público es dejado a seleccionar su historia: murieron dos espectadores y un tercero fue herido durante el incidente en Reynosa o la escala de la violencia relacionada a las drogas en esta ciudad de la frontera se parece a la guerra de Siria.
La ausencia de reportajes completos y con credibilidad en los medios mexicanos no es inusual. Por años los narcotraficantes han matados a muchos y todos los reporteros mexicanos que han reportado honestamente sobre el alcance y profundidad de la violencia de los carteles de drogas y su influencia en la sociedad mexicana. El resultado final es que pocos reporteros mexicanos se sienten seguros de reportar lo que ocurrió el pasado domingo en la noche por miedo de sus vidas y las de sus familiares. Más de un reportero de Reynosa se ha mudado a McAllen por razones de seguridad.
Pero lo que ha ocurrido en meses recientes es que reporteros americanos localizados en ciudades de la frontera americana también han dejado de reportar sobre la violencia relacionada a los carteles de drogas por las mismas razones que sus contrapartes. Los reporteros americanos han parado de cruzar la frontera a ciudades como Reynosa por miedo a perder sus vidas en México y de la misma manera, cuando regresan al lado de la frontera americana. La violencia por el tráfico de drogas para en la frontera mexicana, al parecer, en la imaginación de los políticos en Washington.
Ausentes también, han sido los reporteros regionales y nacionales que por alguna razón han decidido no reportar lo que sucedió la noche del domingo en Reynosa. En ningún lugar del New York Times o del Washington Post, por ejemplo, aparece alguna mención de esta historia. Los medios electrónicos han sido igual de silenciosos.
El resultado final de la casi completa ausencia de reporteros profesionales, mexicanos y americanos, es que lo que sea que haya ocurrido el pasado domingo en Reynosa ha sido, hasta el día de hoy, perdido para la conciencia humana y la memoria… como si no hubiese ocurrido. Lo único que tenemos, aparte de la única historia por el reportero Ildefonso Ortiz, es una serie al azar de historias de blogueros, las cuales su confiabilidad siempre se cuestiona. A la misma vez que la Seguridad de la Frontera ha subcontratado un métrica para que al fin y al cabo mida cuan “seguro” es nuestra frontera del sur con México, la realidad en la tierra sigue desafiando la lógica como la conocemos. ¿Cómo puede alguna medida de seguridad, sin importar cuán decorado y matemáticamente complejo es, medir certeramente lo que está ocurriendo en la frontera cuando no hay, por la casi completa ausencia de los medio profesionales, manera de separar los hechos de la ficción?
¿Que realmente sucedió el pasado domingo en Reynosa? ¿Fue una masacre más allá de la imaginación o simplemente la muerte de dos espectadores?
Lo que haya pasado, importa. Y nuestros políticos de ambos partidos deben considerar este vacío real de la verdad cuando escriben, negocian y debaten las nuevas legislaciones para arreglar nuestro quebrado sistema de inmigración.